BERLIN-Las mujeres son travestidos"
Vera von Kreutzbruck
(desde Berlín)
SALLY POTTER conserva buenos recuerdos de Argentina, donde estuvo en 1997 para filmar La lección de tango, con ella misma y Pablo Verón como protagonistas. Una década después, su pasión por la milonga no ha disminuido. "La semana que viene voy a bailar con Verón en Londres", cuenta entusiasmada. Esta cineasta y coreógrafa británica de 59 años, que en 1992 logró una culminación con su adaptación de la novela Orlando, de Virginia Woolf, estuvo en el último Festival de Cine de Berlín presentando su última película, Rage.
Fue uno de los títulos más intimistas y experimentales que figuraron en la competencia oficial de la Berlinale y es un exponente del "cine desnudo", pequeño y de bajo presupuesto, que ha florecido en el contexto de la crisis financiera actual. Como toda obra arriesgada, Rage (que podría traducirse como "El último grito de la moda") polarizó a los críticos y tuvo un frío recibimiento en el festival. Costó un millón de dólares, cifra ínfima para los cánones industriales, y cuenta con un elenco formidable de catorce actores, entre los que se destacan Judi Dench, Jude Law y Steve Buscemi.
Parodia de la industria de la moda con toques detectivescos, el film consiste enteramente en el registro de entrevistas cara a cara. Es una apuesta valiente que demanda paciencia del espectador y que seguramente no será del gusto masivo. De hecho, decenas de periodistas abandonaron la sala en la mitad de la presentación para la prensa.
ACERCA DEL CINE.
-¿Por qué eligió el enfoque minimalista en Rage?
-Quería hacer una película para tiempos de recesión. Una suerte de manifiesto personal de un cine más limpio que se concentre en lo que realmente es necesario, dejando de lado los grandes presupuestos para volver a lo elemental, a lo más simple. Es decir, hablar sobre la comunicación humana sólo a través de los gestos del rostro.
-¿Por qué situó la acción en el mundo de la moda neoyorquina?
-Nueva York y la industria de la moda han dominado el mundo. Nueva York es el paradigma de la ciudad occidental. Ha sido idealizada y demonizada de muchas formas. Y la industria de la moda es la máxima expresión de la adicción a las apariencias.
-Los personajes se confiesan con el joven Michelangelo, al estilo "Gran Hermano". ¿Por qué optó por este tono intimista?
-Michelangelo no es un "Gran Hermano" sino más bien un psicoanalista. Un buen psicoanalista es una persona que sabe escuchar, como lo hace un buen amigo. Si escuchas a alguien con amor y sin emitir juicio alguno, entonces aquella persona va a compartir sus sufrimientos contigo. En los reality shows las confesiones rara vez son veraces. Son confesiones para lograr un efecto, para llamar la atención, para hacerse famoso. Es como una adicción. Opté por esa forma para exponer las diferencias entre la imagen que la gente quiere proyectar y la realidad.
-¿Por qué eligió a Jude Law para el papel de travesti?
-Originalmente el papel estaba escrito para una mujer, pero luego decidí que fuera un travesti para hacer la figura más trágica y así poner énfasis en el hecho de que esta persona es una creación que esconde a otro individuo. Además, las mujeres son seres humanos travestidos. Todos sabemos eso. Cuando nos despertamos a la mañana somos un ser humano y luego nos ponemos maquillaje y nos travestimos. Es un disfraz.
-La película es muy teatral, sólo se ven los rostros de los personajes. ¿Por qué?
-Una de las raíces del cine es el teatro. El cine tiene sus orígenes en diferentes expresiones del arte, es una síntesis de todas las artes. El teatro, específicamente, ayuda en el trabajo con los actores. Si pensamos en los orígenes del teatro, es decir, en el teatro griego, el actor se encuentra en un anfiteatro y es como un canal en el círculo de comunicación con la audiencia. En Rage, el coro se encuentra fuera de cámara.
De todas formas, es muy diferente actuar frente a una cámara que actuar en un teatro. El trabajo de un actor frente a una cámara es más interno e íntimo. La lente captura las diferentes expresiones del rostro y comunica los cambios en el pensamiento y los sentimientos. En el teatro, el actor debe dirigir su energía hacia afuera, hacia el público que se encuentra lejos. Esta diferencia es fundamental.
-Los personajes de Rage se confiesan ante cámara pero mienten. ¿Podemos conocer la verdad detrás de esas máscaras?
-El principio rector de mi trabajo con los actores es precisamente ése: siempre estamos en busca de la verdad. Y el principio rector con la cámara fue encontrar un punto de vista verdadero, sin pretensión de objetividad ni neutralidad, detrás de la verdad subjetiva con la que está lidiando el actor. Las máscaras son una forma de contar la verdad. La mayoría de las veces, sin darnos cuenta, estamos usando una máscara.
-¿Están relacionadas la belleza y la verdad?
-No. Hay una gran confusión en nuestra cultura. Se cree que si una persona es fotogénica, es buena, como ocurrió con el culto a la "santa" princesa Diana. Por eso es extremadamente difícil para la gente que no ha nacido con proporciones armónicas en su rostro o para aquéllas que tienen una discapacidad o les falta un brazo. El culto a la belleza y el mito de la belleza son muy peligrosos. Existen otros tipos de armonía y belleza que se pueden encontrar en la fealdad.
ACERCA DEL GÉNERO.
-¿Se considera una cineasta feminista?
-Creo que la palabra "feminista" es como un atajo que ha perdido su significado. Estoy, sí, con un grupo de mujeres y todas entendemos lo mismo por "feminista"; entonces sí esa palabra puede llegar a ser útil. Pero me he dado cuenta de que a todas las mujeres cineastas se las tilda de feministas simplemente porque son mujeres. Eso es estúpido y peca de holgazanería. Yo no utilizo esa palabra porque trato de ser más específica.
-Siempre elige mujeres fuertes e inusuales, como en Orlando, con la que redefinió la identidad de género...
-Cuando estoy trabajando en una obra no pienso: "Soy una mujer escribiendo esto", sino qué necesita esta historia, y así te conviertes en un ser humano universal. Mi experiencia es femenina y contribuyo con eso a la obra. En Rage hay catorce personajes y diez son hombres. Me considero un animal político. Me interesa lo que está detrás de los estereotipos, de las divisiones de todo tipo, entre lo femenino y lo masculino, entre lo blanco y lo negro, entre las diferentes culturas, diferentes edades. Creo que todas las divisiones y estereotipos están relacionados y todo aquél al que le interese la política de liberación en su sentido amplio debe tener respeto por todas las criaturas vivientes.
-Usted proviene de la danza y de la coreografía. ¿Piensa que el cine es una extensión de la danza?
-En cierta forma sí porque el cine existe en el tiempo y siempre involucra algún tipo de movimiento, aunque sólo sea el movimiento de cámara o de un actor. Implica una decisión coreográfica. El entrenamiento de la danza es muy útil porque te hace más consciente de tu cuerpo y del tiempo, como también ayuda a los músicos a saber cómo las cosas se mueven en el tiempo.
-Anteriormente ha mencionado un manifiesto. ¿Tiene su propio manifiesto para el cine?
-A veces escribo manifiestos cuando estoy trabajando pero tiendo a mantenerlos en privado porque se pueden tornar rígidos. Pero son útiles para plasmar en papel lo que uno cree o para indagar en lo que uno cree. Como cineasta independiente, cada vez que realizo una película es una batalla, debo saber por qué lo estoy haciendo, conocer mis principios, mi ética. Y Rage tiene una ética muy fuerte. A todos los actores se les pagó lo mismo -tanto a los famosos como a los recién salidos de la escuela de actuación- para lograr un mínimo de igualdad. Ese aspecto resultó liberador para los actores ya que todos estaban orgullosos de sí mismos. En la industria cinematográfica esto es una revolución. Yo intento deshacerme de las jerarquías que existen en este medio.
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