Café bacacay
Una alemana conquistó Ciudad Vieja
Si bien Regina Ribmann está orgullosa de su emprendimiento, asegura que tuvo que sortear varios obstáculos para conseguirlo. "Para que una mujer, más aún de otro país, pueda ingresar de manera independiente al mercado laboral hay que tener objetivos claros y confianza en sí misma", opina. Y agrega que si bien el rol de la mujer creció bastante desde que ella llegó al país, los avances son lentos y requieren demasiados esfuerzos.
Quien habla es la propietaria de Café Bacacay, una alemana de 53 años que vive en Uruguay desde hace más de 20, y que en 1995 compró el reducto para que las personas que visitaran el Teatro Solís o Ciudad Vieja tuvieran un lugar donde recalar para almorzar o cenar.
Una particularidad del Café Bacacay es que su cocina permanece abierta ininterrumpidamente desde la nueve de la mañana hasta las dos o tres de la madrugada. "Al principio no fue fácil porque la zona era bastante despoblada y tampoco conocía el país", recuerda, y agrega que por suerte ese panorama viró por completo.
Ubicado en Bacacay 1306, el restó ofrece una carta variada que incluye desde ensalada de jamón crudo, berenjenas grilladas, muzzarella fresca y tomate con tostadas ($195), de salmón ahumado, champiñones, hojas verdes con crema de wasabi y pipas ($195), hasta miniaturas de pollo al sésamo ($160), raviolones al limón y parmesano con rúcula ($220), y milanesas con papas fritas ($180).
Uno de los fuertes de la casa es la cafetería: hay capuchinos ($55), café con cognac ($60), con ron cubano ($75), licor de cacao y chocolate rallado ($105), y varios gustos más.
La meta de Ribmann fue crear un espacio que cubriera las necesidades de personas de nivel socioeconómico medio, de variada edad; y que los comensales disfrutaran de la gastronomía escuchando jazz, tango y baladas.
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