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Espectáculos
La Fernández Fierro: un tornado tanguero anunciado para el Solís
En vivo. La original orquesta argentina presenta, el jueves 29, su último disco
ALEXANDER LALUZ
Manual básico para no iniciados: uno, la OTFF es una orquesta de tango argentino que hace gala de un sonoro doble apellido: Fernández Fierro; dos, su nuevo disco, tan breve como contundente, lo presentarán el 29 de julio en el teatro Solís.
Así de sencillo, más otro detalle: tendrán como invitados al señor Alfredo Rubín, otro especialista en materia tanguera, junto a Las Guitarras de Puente Alsina.
No obstante, algunas otras aclaraciones, también básicas, siempre son necesarias. La Orquesta Típica Fernández Fierro (abreviando: OTFF) lleva ya varios años transitando por el camino tanguero argentino y regional con una estampa que desquicia a los académicos de antaño y sorprende a los que no son tan de antaño: doce tipos jóvenes, virtuosos en sus instrumentos, de aspecto roquero (aunque, hay que decirlo claramente, la pinta aquí es algo accesorio), que escuchan de todo (tango y rock incluido), tocaron en la calle "pasando el gorro", tienen ahora su propio club (el CAFF: Club Atlético Fernández Fierro), y llevan ya cuatro discos de estudio y un montón de años en la ruta de los escenarios. Fin.
Coda: en sus anteriores visitas a Montevideo, por ejemplo: cuando presentaron su anterior disco, Mucha mierda (2006), la orquesta dejó boquiabiertos hasta a los que venían bien preparados y en antecedentes, con una versión radicalizada del sonido de Pugliese, condimentado por una concepción nada momificada de lo que es arremeter con un género que se ha vuelto una mueca para turistas (Rodolfo Mederos, dixit).
En primera persona. Hechos los apuntes preliminares, es bueno que tome la palabra el señor Yuri Venturín, contrabajista, compositor, arreglador de la OTFF.
La orquesta, contó el músico a El País, acaba de llegar de una gira por Brasil en la que recalaron en varias ciudades grandes. "La verdad que era una gira extensa desde el vamos, y se extendió aún más cuando tuvimos que agregar nuevas fechas porque en algunas salas las localidades llegaron a agotarse. Y en todos los lugares donde tocamos -en Rio, San Pablo, Curitiba- nos fue muy bien. La respuesta del público fue muy buena". Y para este nuevo concierto en Montevideo, agregó, la idea es presentar este último disco, Fernández Fierro (2009), "algunos temas nuevos -nosotros no esperamos a sacar disco para estrenar piezas; los vamos incorporando al repertorio a medida que van saliendo-, y también algunos del anterior, Mucha mierda". Además, será una oportunidad de lujo, enfatizó al final, para compartir el escenario con Rubín y Las Guitarras de Puente Alsina, un grupo de músicos notables.
Punto siguiente, ineludible, el último trabajo discográfico, lanzado en un doble sobre de cartón, cada uno con un disco, que se puede separar (ojo: con miras a que uno de ellos se regale). Y lo primero, por efecto inevitable de la tapa, la pregunta por el nombre. ¿Por qué no se llamó "Putos", siguiendo la fuerte atracción que ejerce esa palabra anotada como un graffiti en el centro de la tapa? También simple: optaron por Fernández Fierro porque es un disco "un tanto fundacional para nosotros, de una idea musical, que ahora se plasmó más claramente. Y, después, el título alternativo también es válido; y la verdad que en la intimidad, para nosotros, el disco se llama Putos".
Entonces, una producción que concreta un (inteligente) proyecto de cambio o definición estilística. "El proceso -explica Yuri- empieza en Mucha mierda. El germen está ahí. Pero en estos años, entre un disco y el otro, todo el trabajo apuntó a fortalecer esa idea. Yo creo que es una música muy directa, simple pero con sus complejidades, pero que son estrictamente para nosotros, no para el que escucha. La idea es que la orquesta sea una unidad. Que los instrumentos provoquen un sonido como si fuera producido por uno solo: de algo heterogéneo lograr algo homogéneo, que fuera como una masa en la que ya no se distingue lo que es papa de lo que es huevo. La idea es esa, aunque las secciones de la orquesta hagan cosas diferentes". El resultado: una obra de fuerza arrolladora, de tan solo ocho piezas, y que muestra a la OTFF en un estado de madurez estilística que augura mucho futuro.
El País Digital
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